Las nuevas tendencias del mercado inmobiliario apuntan a un auge en la demanda de modelos diferentes de vivienda. En un contexto de encarecimiento generalizado en todos los segmentos del sector, las viviendas modulares o prefabricadas han saltado a la palestra, pues en muchas ocasiones suponen una opción más económica que sus contrapartidas más tradicionales. Si bien es cierto que esto depende de la ubicación, los materiales y los características de la edificación, este tipo de viviendas cuentan con muchas otras ventajas y ya se están posicionando como una opción perfectamente válida de compra en países del centro de Europa o en Estados Unidos.
Lo primero que hay que aclarar es la terminología: las viviendas modulares y las prefabricadas no son lo mismo. Lo que ambas tienen en común es que comienzan su vida en una fábrica. La diferencia principal es que las modulares se construyen por piezas fabricadas industrialmente que luego se ensamblan en el mismo terreno en el que se ubicará la casa, mientras que las prefabricadas salen ya montadas de fábrica y solo es necesario trasladarlas hasta su ubicación definitiva y colocarlas.
Contrariamente a la creencia popular de que este tipo de edificaciones se construyen con peores materiales y, por tanto, son viviendas de peor calidad que las que requieren de una obra, el sector ha evolucionado muchísimo en las últimas décadas y en ambos segmentos, el modular y el prefabricado, existe una amplia gama de modelos que pueden saciar desde las necesidades más humildes hasta las más ostentosas.
De base, toda vivienda homologada debe pasar unos estándares mínimos exigidos por la administración pública, los estipulados en el Código Técnico de la Edificación. Por tanto, los criterios mínimos en la calidad de los materiales y los diseños estructurales están tan garantizados como en las construcciones al uso.
No obstante, sigue habiendo muchas personas reacias a considerar estas nuevas tendencias del sector inmobiliario como opciones aceptables, pues se conciben como alternativas más baratas para quienes no pueden permitirse una vivienda tradicional. Nada más lejos de la verdad. Existen cada vez más motivos para pensar que la adquisición de una vivienda de estas características no solo es una opción válida, sino incluso deseable para muchos personas, en función de su modelo de vida.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España se efectuaron más de medio millón de transacciones de compraventa de viviendas en 2021 (en concreto 565.623). Además, la misma institución recoge que el 75,2% de los hogares del Estado lo son en propiedad, mientras que solo un 18% lo son en alquiler.
Teniendo esto en cuenta, puede inferirse que, por sociología, nuestro entorno es más favorable a la adquisición de las viviendas de residencia que a vivir en casas de las que no se es propietario a cambio de un alquiler mensual. ¿Qué mejor forma de atender a las necesidades de una población que demanda ser dueña de sus hogares que con modelos constructivos más flexibles, asequibles y de calidad idéntica o superior?
De las dos opciones aquí propuestas, las casas modulares son las más similares a las de construcción tradicional. A pesar de ello, a simple vista existen múltiples ventajas con las que las modulares podrían resultar más convenientes para muchas personas.
En primer lugar, partiendo de los paralelismos, algo que comparten las viviendas modulares y las tradicionales es que hay que construirlas en el terreno. Sin embargo, el proceso de ensamblaje de las modulares es mucho más rápido y sencillo de ejecutar que el de construcción de sus contrapartes.
Otra de las características en común es que las modulares también cuentan con cimentación y conexiones a las redes de agua y electricidad, por lo que, una vez instaladas, se encuentran para siempre en su ubicación definitiva. Pero una ventaja que la construcción de siempre no ofrece, es la posibilidad de personalizar e incluso de expandir la vivienda en un futuro de manera mucho más económica. Eso de que las casas se queden pequeñas cuando un nuevo miembro llega a la familia no es aplicable al modelo modular, que plantea una solución bien sencilla a esa situación: añadir más habitaciones con nuevos módulos.
Y la guinda del pastel es que el hecho de que la construcción modular sea un modelo industrializado garantiza la reducción de los costes, permitiendo un ahorro económico. Por último, no es desdeñable que este tipo de edificios suelan ser energéticamente más eficientes y sostenibles.
La opción prefabricada
En el otro plato de la balanza, tendríamos las viviendas prefabricadas que, como ya hemos repasado, se distinguen de las modulares por el hecho de que su montaje se realiza en fábrica y no sobre el terreno. Por lo general, las casas prefabricadas son más pequeñas y ofrecen muchas menos opciones de personalización y de futuras ampliaciones que las modulares, pero compensan estos inconvenientes con precios bastante más reducidos. Además, las casas prefabricadas cuentan con la ventaja de estar listas para ser habitadas en cuanto se adquieren.
Aunque ambos modelos constructivos suelen ser comunmente confundidos, atendiendo a las diferencias existen claros motivos por los que uno y otro pueden ser atractivos dependiendo de las circunstancias.